El domingo día 10 de junio, celebramos en El Provencio, la fiesta del Cuerpo de Cristo, el Corpus, día en que de una manera especial y con particular intensidad lo dedicamos a adorar al Santísimo Sacramento del altar. Pocas fechas tan entrañables, en efecto, para el pueblo cristiano como ésta; pocas, con tan profundo arraigo, en toda España. Podríamos decir que el Corpus Christi es la fiesta de la alegría y esperanza del cristianismo, por que es la celebración del misterio perenne de Cristo y, por tanto, también de la redención de toda criatura que ansía y anhela la vida de los hijos de Dios. La fiesta del Corpus es una confesión pública de la fe. En los tiempos que corremos, cuando tantos cristianos ocultan u olvidan sus convicciones, o cuando corrientes muy poderosas la quieren reducir al ámbito de lo privado y apagar su incidencia en la vida de la sociedad, necesitamos de éstas manifestaciones públicas de la fe, que a su vez, expresan como la fe afecta a todo lo humano y posee una dimensión pública, como la misma persona tiene también una dimensión esencialmente social y pública.
El salir a la calle en ese día del Corpus, como prolongación del sacrificio eucarístico, mostrando en el espacio público a la mirada y contemplación de los hombres el misterio eucarístico de nuestra fe, Jesucristo mismo en persona, todo entero, real y verdaderamente presente aquí en su cuerpo, alma y divinidad, nos recuerda también que la fe no se vive en la clandestinidad ni en el anonimato, y que es inseparable la adoración eucarística de la suerte y vida de los hombres y de los pueblos.
Feliz domingo de Corpus Christi.
M.A.L
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